Nuestra responsabilidad frente al Cambio Climático

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Artículo publicado originalmente en la Revista OBJETIVO 2030 en este enlace

Por: Humberto Rodríguez Cobo - Director General URBASER COLOMBIA

En 30 o 50 años, muy seguramente, la humanidad, en sus revisiones históricas, nos señalará como una generación que no fue fiel a sus propósitos ambientales; dirán que no hicimos lo suficiente para enderezar la crisis climática que vivimos y que miramos de perfil nuestra responsabilidad con el medio ambiente.

Pocos abogamos desde nuestras empresas, con una leve y soportable frustración, por cambiar con relativo éxito los comportamientos y la conciencia hacia la protección de nuestro entorno; trabajamos fuertemente por la concientización ambiental de las nuevas generaciones, promovemos cátedras y apelamos a la educación permanente para contribuir con este enorme reto.

Nací en una ciudad de contrastes, donde su hermosa arquitectura colonial y sus turistas desentonaban con los niveles de pobreza y desigualdad; donde nadie atendía la disposición descontrolada de residuos y las clases populares jugaban béisbol y dominó al lado de los desechos fétidos y cuerpos de aguas que despedían olores insoportables. Cartagena era una ciudad más del Caribe colombiano donde los impactos ambientales deterioraban su pobreza.

Entendí que minimizar el impacto de los residuos y apelar a una verdadera economía circular era un desafío y una necesidad para mi generación. Por eso fundé una empresa cuyos objetivos fueran más allá de lo económico y se orientara a crear un mundo mejor; una empresa que se debiera a la sociedad y trabajara para ella.

Estábamos lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con pocas posibilidades de crear políticas gubernamentales que observaran con preocupación la realidad ambiental mundial y de nuestro país. Poco a poco, la dinámica internacional nos fue enfrentando con la necesidad de hacer algo para disminuir la degradación del medio ambiente y promover localmente nuevas políticas públicas que aliviaran el impacto. He sido testigo de un cambio.

En los últimos años han aparecido en el panorama los lineamientos de los ODS e iniciativas como el Pacto Global. Las empresas han respondido, conforme a su verdadero interés, y han accedido a ponerle una talanquera a la amenaza ambiental que padecemos día tras día; lentamente van comprendiendo el reto, a pesar de que todavía nos sigue superando.

Particularmente, hemos seleccionado los temas relacionados con la desigualdad y los que tienen que ver con prevenir los problemas ambientales. También hemos fomentado iniciativas que obligan a nuevas responsabilidades con el entorno e innovado trayendo al país tecnologías desarrolladas en países del primer mundo.

Entendemos que garantizar el bienestar y el ambiente sano para nuestros usuarios es una consecuencia de la operación de las empresas del sector de residuos. Por eso, hemos llevado nuestro trabajo diario a niveles que defienden la dignidad de quienes nos colaboran y ese esfuerzo se nos ha reconocido en las encuestas de servicio al cliente. Adicionalmente, hemos gestionado los rellenos sanitarios como centros de educación ambiental para las nuevas generaciones y desarrollos tecnológicos. 

Hemos avanzado, es cierto, pero nos falta. A veces, las empresas nos sentimos solas, aisladas y víctimas de intereses políticos que no son coherentes con las indicaciones de los programas ambientales de gobierno.

En el libro Cómo evitar un desastre climático, Bill Gates logra hacer un compendio de las incipientes soluciones con que contamos para asumir el reto ambiental y los avances de la ciencia para frenar y prevenir los efectos. Invita a todos los países a participar modificando sus actividades. Tarea colosal, poco atendida desde lo real. No obstante, lo cree posible y la tecnología lo lleva a ser optimista.

Desde esa perspectiva del autor, creo que nos faltan en Colombia, además de esas iniciativas planteadas y las tecnologias disponibles, verdaderos incentivos. El Estado debe ofrecer más alicientes al sector privado para que optemos por alternativas no contaminantes. Necesitamos deducciones fiscales, créditos blandos y más dineros para implementar y probar tecnologías limpias en el país.

Los gobiernos son claves en este proceso de disminuir impactos de contaminación atmosférica, de aguas y con residuos. Estimular la demanda de innovación no solo es tarea de las empresas, también lo es del Gobierno, es una labor conjunta. Cualquier plan ambiental debe salir de planes concertados.

Desde el Acuerdo de París sobre el cambio climático, en 2015, no hemos estado a la altura del reto trazado. No observo coordinación entre los países, ni interés por parte de algunos, pero los pocos que lo tienen intentan mostrar el camino. No hemos podido coordinar en conjunto una estrategia internacional incluyente contra una pandemia como el COVID-19, y es de esas respuestas que debe nacer la fórmula que aplicaríamos contra la mitigación ambiental.

Para Álvaro Antón Luna, country head de Aberdeen Standard Investments, “somos la primera generación y la última que puede cambiar el mundo para mejorarlo. Somos los primeros conscientes de sus problemas económicos, medioambientales, organizativos… y los últimos que podemos solucionarlos”.

Construir confianza y seguir la lucha respetando las reglas y los propósitos, es lo que nos queda a los empresarios que creemos en los lineamientos de los ODS y, en consecuencia, a los que integramos el acuerdo del Pacto Global. Seguir trabajando para construir sociedades inclusivas, sostenibles y fomentar la innovación es nuestro reto, pero también tenemos que velar para que los gobiernos legislen y se pongan al día con las necesidades reales de los sectores ambientales como el nuestro y nos ayuden a desarrollar un verdadero crecimiento económico sostenible.

No veo una solución clara en este momento ni siento que estemos en el camino correcto. Seguimos produciendo más gases de efecto invernadero, empeorando y observando nuevas tragedias ambientales todas las semanas. No obstante, sueño con que esto cambie porque creo en las capacidades del ser humano y en su poder de innovación.  

El COVID-19 nos ha hecho más sensibles, pero también nos ha vuelto más pobres. Los estados deben pensar en una reactivación de la mano de la innovación en tecnologías y políticas que faciliten la intervención de la empresa privada y la búsqueda de productos y avances que compitan con los combustibles fósiles. Un país como Colombia necesita colaboración internacional y tomarse en serio la reducción de emisiones al 51% propuesto por el gobierno Duque.

P.D.: especial homenaje para los líderes ambientales de Colombia que defienden con sus vidas nuestros recursos naturales.



Artículo publicado originalmente en Revista OBJETIVO 2030 en este enlace