Despega la crianza de abejas

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Artículo publicado originalmente en la Revista OBJETIVO 2030 en este enlace

Por: Ecopetrol

No es extraño entonces que el Proyecto Vida Silvestre (PVS), financiado por Ecopetrol y en el que participan Fondo Acción y la fundación Santo Domingo, haya acudido a la apicultura (con la reproducción de abejas europeas conocidas como Apis mellifera) y a la meliponicultura (que es la crianza de abejas sin aguijón, también conocidas como meliponinas), para transformarlas en alternativas productivas entre dueños de fincas del Magdalena Medio, Llanos Orientales y Putumayo.

En las tres regiones, este ejercicio —que incluye capacitaciones—, está retribuyendo a propietarios de terrenos el haber firmado acuerdos de conservación con los que han destinado algunas hectáreas para consolidar corredores biológicos para la danta, o han querido darle espacio a la reproducción de especies de flora como el carreto colorado o apoyar la recuperación de las poblaciones del manatí o el mono araña. Otros, apostaron por procesos de ganadería sostenible.  En todos los casos, se quiere que, a mediano plazo, cada beneficiario pueda consolidar emprendimientos que permitan, por ejemplo, la venta de la miel.

No habrá daños al bosque

En Putumayo, por ejemplo, hay un grupo de al menos 54 personas de la vereda El Líbano, en Orito, que recibieron cuatro capacitaciones para la reproducción de abejas sin aguijón. Cuenta Jhon Jairo Mueses, de Alas Putumayo y experto en el tema, que hay personas del grupo que comenzaron a formar sus primeras colmenas: “hemos construido trampas, con cebos atrayentes instalados en botellas plásticas, para que nadie tenga que ir al bosque a tumbar árboles para capturar abejas y formar enjambres”, explica Mueses.

Un trabajo similar con apicultura está adelantando Milena Leyva, en la vereda La Esmeralda, en Puerto Carreño (Vichada), y dentro de su reserva de la sociedad civil Anelím. Ella, que ha destinado parte de sus terrenos para consolidar un corredor para la danta, ha recibido asesoría para criar Apis mellifera o abejas europeas. Ya logró una primera minicosecha de 100 litros de miel a partir de 16 colmenas, con insectos que fueron capturados en el mismo predio. En esta región, con al menos unas 25 colmenas, un apicultor podría conseguir ingresos de entre 12 y 13 millones de pesos al año”. 

Por su parte, en Magdalena Medio se están desarrollando procesos de apicultura y meliponicultura al mismo tiempo, en dos sectores; la vereda Riberas del San Juan, en Cimitarra; y en Ciénaga de Chucurí, localidad de Barrancabermeja, con 10 familias para ambos sectores.

Laura Velasco, productora agroindustrial y asesora en apicultura y meliponicultura para el PVS en esta región, cuenta que, para el caso de Riberas del San Juan, el trabajo es con Apis mellifera y también con abejas sin aguijón, especialmente con las conocidas como angelitas (Tetragonisca angustula): “intentamos consolidar los procesos de conservación y restauración que se están desarrollando en Riberas del San Juan con la ganadería sostenible, dándoles a esas familias otras alternativas productivas o de ingresos, con fincas diversificadas”, cuenta Laura. 

Por su parte, en Ciénaga de Chucurí, los beneficiarios están apoyándose en la crianza de abejas y la extracción de miel, para compensar la reducción de la pesca del bagre y otras especies, a lo que se suman los daños causados por la ampliación del cultivo de palma africana en los alrededores de la zona.

Hay confianza en que los beneficios constantes y permanentes de estas iniciativas se perfeccionen poco a poco, porque ya existe lo más importante: el entusiasmo por ejecutarlas y el interés por consolidarlas.



Artículo publicado originalmente en Revista OBJETIVO 2030 en este enlace