Control de la deforestación, mitigación del calentamiento global y adaptación al cambio climático: propósitos interrelacionados e indispensables

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Artículo publicado originalmente en la Revista OBJETIVO 2030 en este enlace

Por: Pierre Lapaque - Representante de United Nations Office on Drugs and Crime - UNODC en Colombia

Colombia actualmente enfrenta un gran desafío: la riqueza natural y cultural que alberga en sus cerca de 60 millones de hectáreas de bosque, con 30 mil especies de flora1, se encuentra en peligro. Las causas que llevan a esta degradación y pérdida de bosques2, de especies, de tradiciones ancestrales, de servicios ecosistémicos, son diversas y nos afectan a todos, pues todos nos beneficiamos de esta riqueza natural en cuanto a materias primas, albergue, suministro de alimento, agua y, por supuesto, la regulación climática, entre muchos otros beneficios.

Los bosques desempeñan un papel relevante frente al calentamiento global, no solamente por la reserva de carbono que contienen en el suelo, subsuelo y las partes aéreas de las plantas, sino también por la captura de dióxido de carbono que efectúan en sus procesos propios de respiración. De igual manera, aportan a mitigar los impactos ocasionados por el cambio en los patrones climáticos (en intensidad y frecuencia, observados y esperados), tales como precipitaciones, temperatura, vientos y radiación solar. Lo anterior lo logran mediante el control natural a la erosión (estructura vegetal tanto en superficie como subterránea); la infiltración de agua lluvia en los suelos, su depuración y almacenamiento, que alimentarán posteriormente las cuencas hidrográficas; y los procesos propios de la vegetación (con la evapotranspiración y la reducción del efecto albedo), permitiendo un correcto funcionamiento del ciclo del agua y con ello un clima local y regional estable (IPCC, 2021; Poveda, s.f).

Ahora bien, este bagaje de beneficios se ve perturbado por la destrucción y posterior pérdida de bosques (deforestación), ocasionado principalmente por actividades antrópicas inadecuadas en zonas de alta importancia ecológica. A lo anterior se suma que, debido a la baja retención de agua y pérdida de cobertura vegetal, se intensifican las sequías, dando paso al incremento de fenómenos naturales como los incendios que agravan aún más la problemática (IPCC, 2021).

Una región particularmente afectada y que cumple un rol fundamental en la regulación climática local, regional (incidiendo en los ecosistemas amazónicos, andinos y parte de la costa pacífica) y global (IPCC, 2021) es la Amazónica. Esta contiene cerca del 10 % de la reserva global de carbono y concentra el 66% del total de la superficie de bosques de Colombia. Según cifras oficiales del Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono (Minambiente, 2021), en el año 2020, prácticas en la región Amazónica como la praderización para acaparamiento de tierras, ganadería extensiva, infraestructura vial no planificada, cultivos ilícitos, extracción ilícita de minerales, tala ilegal y ampliación de la frontera agrícola en áreas no permitidas fueron la causa de la pérdida del 64% de la superficie boscosa del país; es decir, Colombia perdió en solo un año 109.302 hectáreas de bosque amazónico debido a la deforestación.

Este fenómeno se liga al contexto local donde comunidades vulnerables, históricamente afectadas, se enfrentan a nuevas problemáticas sociales y económicas derivadas de la pandemia del COVID-19, siendo acorraladas por estructuras criminales que se aprovechan de sus necesidades para lucrarse.

Es por ello que, actualmente, el Programa de Prevención y Justicia Ambiental de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en Colombia se encuentra concentrando sus acciones en los departamentos que históricamente han sido los más afectados por la deforestación: Meta, Caquetá y Guaviare. En estos departamentos el Programa está impactando 13 municipios, dos resguardos indígenas y cinco áreas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP): Parques Nacionales Naturales de la Serranía de Chibiriquete, Sierra de la Macarena, Cordillera de Los Picachos, Tinigua y la Reserva Nacional Natural Nukak.

El Programa busca abordar de manera integral la lucha contra la deforestación, fortaleciendo las capacidades técnicas de las institucionales nacionales y territoriales encargadas del control, la prevención, la investigación y la sanción de la deforestación. El propósito es alcanzar una aplicación efectiva de la Ley, apoyando y generando sinergias con las comunidades locales, incluyendo la perspectiva de género y teniendo en cuenta la importancia de la protección a los Derechos Humanos.

Con instituciones fortalecidas que entiendan los contextos locales y territoriales, construyendo sinergias con las comunidades y organizaciones de la sociedad civil e impulsando su participación en el abordaje contra la deforestación, tendremos resultados positivos no solamente en la protección y uso sostenible de los bosques colombianos sino en la lucha contra el calentamiento global y sus efectos.

Estas acciones aportarán a su vez a la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, en especial al Objetivo de Desarrollo Sostenible 15 (Gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras, detener la pérdida de la biodiversidad) y al Objetivo de Desarrollo Sostenible 13 (Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos). 

Porque el futuro de los ecosistemas colombianos está en nuestras manos, es el momento de actuar.



Artículo publicado originalmente en Revista OBJETIVO 2030 en este enlace