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El tamaño sí importa

El tamaño sí importa

Los economistas Andreas Henrekson y Magnus Bergh del Government Size and Implications for Economic Growth[1], en un estudio de 2011, llegaron a la conclusión que “hay una correlación negativa robusta entre el tamaño del gobierno y el crecimiento económico”, afirmación que coincide con Loayza y Ranciere que, después de estudiar 75 países, evidencian que el gasto público como proporción del PIB se correlaciona de forma negativa con el crecimiento económico.

En esa lógica, le llego la hora al gobierno nacional, los regionales, los locales y obviamente a la rama legislativa de conjugar el verbo contribuir y no seguir insistiendo en sacrificar al sector productivo, al empresariado personal, familiar, micro empresarial, pymes y grandes empresas, así como al ciudadano de a pie que tiene que pagar IVA, el 4 x 1000 para los bancos, el impuesto a la renta y en lo municipal impuestos costosos como el ICA, valorizaciones y prediales, los cargos al combustible y los laborales para quienes ofrecen empleo los llamados parafiscales que vale la pena anotar, no existen en algunos países desarrollados.

Bien es cierto que el país venía creciendo y mejorando en casi todos los índices de desarrollo y bienestar (especialmente en cubrimiento y calidad de vida), pero esta nueva anormalidad nos está empujando duro en lo real y en lo subjetivo pues la frustración, la impotencia y la zozobra no ayudan y los grandes esfuerzos solidarios -y hasta heroicos- de los empresarios de todos los tamaños, las instituciones humanitarias, la iglesia y la gente del común no son suficientes en lograr la materialidad que necesitamos en la generación de empleo digno y el crecimiento; por ende los recursos que necesitamos.

En esa lógica el sentido común invita a acciones como facilitar las actividades económicas, pues la burocracia, las zonas grises de decisión al interior de las entidades, la hiperregulación y los miedos a tomar decisiones de los funcionarios públicos para no arriesgar su puesto tienen parado desde los emprendimientos sociales hasta los grandes proyectos del país, además de erosionar la confianza entre la institucionalidad y la sociedad civil.

Reducir el tamaño del Estado a su mínima expresión funcional para que paren las iniciativas de controlar y legislar por el hecho de legislar, y que se dejen de utilizar los recursos que pagamos todos en pagar favores inventando más burocracia que solo sirve para más regulaciones y trámites. Todos queremos los recursos en la justicia, en la seguridad personal, en la seguridad social, en infraestructura y en movilidad. Bien dijo Thomas Jefferson, “La mayoría de los malos gobiernos han germinado de demasiado gobierno”.

Para lo anterior que bueno sería un congreso pequeño, sabio y representativo; un país que se identifique con las cinco regiones que nos identifican a todos como Pacífico, Caribe, Amazónico, Oriental y Andino, acabando con las figuras políticas de los departamentos y unas instituciones que promueva la probidad, la prevención en la salud, la inclusión a través de la cultura y la educación pertinente, la conectividad, la movilidad, la libre empresa y el derecho a la propiedad.

Artículo publicado originalmente en La República


La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.

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