Turista de triple impacto

Por: Adriana Gutiérrez Ramírez - Gerente de Bloom Ecoworking

El ecoturismo va mucho más allá de una caminata ecológica por senderos inexplorados e inexplotados en los que nos maravillamos por la majestuosidad de la naturaleza. El reto está en hacer de él una actividad de sensibilización y aprendizaje que apoye a las comunidades que se visitan, recibiendo de ellas su sabiduría ancestral y amor por la cultura y la naturaleza. Luego de la experiencia, el turista estará en capacidad de promover estos destinos y hacer del turismo sostenible para la recuperación económica del país.

Un turista responsable es aquel que desea viajar desde la perspectiva del sostenimiento socio ambiental, con sed de conocimiento, aventura y descanso, que demanda alta calidad en el servicio, la gestión ecológica y la responsabilidad social para hacer de dicha experiencia algo inolvidable. Algunas de las actividades que se promueven en nuestro país son el transporte limpio, alojamiento en hoteles, cabañas, campamentos o lo que hoy se conoce como glamping (campamento glamuroso), recorridos culturales e históricos, cabalgatas ecológicas, avistamiento de aves, peces y otras especies locales, que en nuestro país abundan por su singularidad, alimentación con productos locales, reducción de desechos y otras buenas prácticas.

Un país rico en recursos hídricos y biodiversidad con una oferta de playas paradisíacas, ríos y cascadas en lugares mágicos que llenan al turista de paz y tranquilidad en contraste con aquellas playas turísticas llenas de bullicio, desperdicios y mucha gente, con un plan b en turismo por la cantidad de recursos bellos e inexplorados. No obstante, uno de los principales retos y preocupaciones es cómo educar al turista para que actúe de manera responsable en pro del planeta y las comunidades. La clave está en la pedagogía, tarea principal del mercadólogo para formar y orientar un mercado turístico sostenible.

Tomar la decisión de viajar de manera responsable como una forma de cuidar el planeta, implica una serie de acciones o comportamientos de consumo supremamente sencillas pero con un impacto invaluable como comer en restaurantes locales que ofrecen alimentos cosechados por campesinos para lograr la continuidad de los negocios locales, la reducción de la contaminación por el transporte de alimentos, la disminución de su huella de carbono y la preservación de cultivos locales que garantizan la conservación de la biodiversidad. Como este ejemplo existen más pero lo más importante es que nos cuestionemos sobre qué clase de turista queremos ser ¿una cifra o un verdadero turista que aprende y además cuida la economía local?

Viajemos de manera responsable, reduciendo nuestro impacto en el destino que visitamos creando siempre un valor positivo convirtiéndonos en embajadores de cada destino para que nuestra experiencia genere un triple impacto: económico, social y ambiental.

Fuente: La República