Deberes y derechos sin discriminación

En nuestro país de contrastes de 48.258.494 millones de habitantes* el 59,3% de los hombres son jefes de hogar y el 40,7% de los jefes de hogar son mujeres; el 6,75% se auto identificó** como afrocolombiano, 4,31% indígena, 87,58% sin pertenencia étnica, 51% son mujeres; el 74% católica y tenemos 1.641,000 venezolanos; caracterización que sirve de insumo para la elaboración de múltiples políticas públicas, programas, proyectos los cuales tienen en cuenta los diferentes enfoques como el teatro, el territorial, el de género, el étnico, el rural, entre otros.

Sin embargo, pensar que la solución para todo es aplicar enfoques diferenciales en las leyes y proyectos del gobierno aún con propósitos loables no resulta equitativo y, por el contrario, sienta precedentes absolutos que exigen presupuestos y recursos que no se tienen; verbigracia el concluir que la sociedad tiene deudas históricas pendientes en un país mestizo en el siglo XXI, o que hay que reconocer derechos y deberes diferenciados y privilegiando ciudadanos con iguales capacidades, derechos y deberes. Las exclusiones con ánimos de ser más incluyentes son, en algunos casos, inequitativas y promotoras de injusticias.

Un ejemplo son los programas de mujeres cabeza de hogar que, sin duda, han sido de gran ayuda e impacto, pero qué pasa con los hombres cabeza de familia, qué pasa con las poblaciones de campesinos que están en desventaja frente a la de otros campesinos que son indígenas o afros que está cobijados por la Ley 70 de 1993 ni la Ley 21 de 1991, pero son parte de la misma comunidad.

Otra forma de discriminación es cuando una mujer con la mejor preparación y competencias para un trabajo tenga que decir que fue escogida por cumplir una cuota de mujeres y no porque es la mejor en la tarea por su esfuerzo, conocimiento y destreza. Toda forma de segmentación y diferenciación cada vez nos aleja de tener objetivos comunes que van desde el entendimiento de ser parte de una sociedad que debe ser incluyente y equitativa en oportunidades y que entiende que la inclusión es desde el reconocimiento de sus capacidades, oportunidades y roles distintos independientemente del género, etnia, creencia, gustos o procedencia.

Ante todo, tenemos la obligación de construir una sociedad donde nos aglutine una ética superior; donde anhelamos una vida digna para todos con salud y educación, con servicios y con oportunidades de desarrollo y con posibilidades de realización personal y felicidad.

No nos diferenciemos más, pero sí respetémonos en la manera de pensar, actuar y entender el valor intrínseco de cada ser humano, bien sea grande, pequeño, negro, mestizo, gordo, flaco, costeño, llanero, vegetariano, o LGTB y ayudemos a que desde nuestro rol siempre todos tengan los mismos derechos y oportunidades, pues a los únicos que hay que discriminar de manera frentera son a los violentos, a los corruptos por acción u omisión y a los que creen que tienen derechos sin deberes.

*Dane id.presidencia.gov.co 040719
**Wikipedia /Etnografía de Colombia

[Vía Diario La República] Un artículo de Ramiro Santa