MAYO 2025
DE EMPRENDEDOR A EMPRESARIO
En un foro organizado por la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad Externado de Colombia hace pocos días, se habló de incorporar los conceptos de sostenibilidad en los emprendimientos que los estudiantes, como futuros (o presentes) hacedores de empresas, desarrollen.
Desde Pacto Global Red Colombia hemos indicado, reiteradamente, que hablar de sostenibilidad implica una integración armónica entre las dimensiones económica, social y ambiental que cualquier actividad productiva tiene, siempre en el marco del respeto por los Derechos Humanos, y con la integridad y transparencia como elementos de relación entre los diferentes grupos de interés. Por eso, los 10 principios del Pacto Global y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible forman parte, como un todo, del actuar empresarial. Y, por lo tanto, tratar de segmentarlos no es apropiado.
Dicho esto, desde nuestra concepción también estamos impulsando un cambio de narrativa. Desde la pandemia se acentuó, por obvias razones, toda una frenética búsqueda de alternativas para poder seguir llevando a cabo las actividades económicas en todos los ámbitos de acción, y con el término “emprendimiento” se le puso un apelativo que trataba, en mi opinión, de significar que era el inicio de un proceso en búsqueda de consolidación. Y, por supuesto, esta aproximación es totalmente válida. Sin embargo, como todo en la vida, ya cuando a cualquier idea que pueda tener una persona en esta opción de desarrollo se le nombra como emprendimiento, se corre el riesgo de perder el objetivo central de consolidar cualquier proceso.
No se trata, por supuesto, de coartar las iniciativas, ni mucho menos. Lo que estamos proponiendo es que hay que mutar rápidamente del sustantivo “emprendimiento” al supersustantivo “empresa”. Este cambio narrativo tiene mucho de neurolingüística, pero más importante que eso es que permite pasar de una estrechez de miras hacia un futuro con mayor ambición positiva.
Claramente, en todo ciclo empresarial, las empresas —de cualquier tamaño: miniempresas, pequeñas empresas, medianas empresas o grandes empresas— de cualquier actividad: manufacturera, comercial, de servicios, de economía primaria, cultural, entretenimiento, entre muchas más, nacen, crecen, maduran y se consolidan; infortunadamente, también varias mueren. Esto es absolutamente lógico y normal, porque, al fin de cuentas, los individuos que las crean también tienen esa misma secuencia.
Por las dinámicas cada vez más aceleradas, por virtud de la digitalización, la hiperconectividad y una mayor interacción con los grupos de interés, estas fases de emprender, construir y consolidar son necesarias. Evidentemente encarnan muchas más condiciones, pero, como dije en una ocasión en una asamblea de usuarios de un acueducto veredal, la formalidad cuesta, pero no como costo, sino como una VERDADERA INVERSIÓN para permanecer y seguir avanzando.
En consecuencia, es indispensable tener en cuenta que la formalización implica un debido registro en todo el sentido de la palabra: laboral, comercial, tributario, tanto a nivel nacional como local, financiero, de aseguramiento, entre otros. Esta inversión se ve reflejada en mejores oportunidades de contratación, participación en convocatorias para proveedores y, en definitiva, crecer sostenida y sosteniblemente.
También, dentro de los procesos de cambio, hay uno que es muy importante. Independientemente del tamaño de la empresa (ya no lo llamaremos emprendimiento), hay que tener organización, aunque, jocosamente, el dueño o creador de la misma sea, a su vez, gerente, contador, agente comercial, vendedor, repartidor, entre otros. El pequeño tamaño no es una excusa para no actuar como empresa. Por lo tanto, los roles y sus responsabilidades tienen que estar claramente definidos, y aún desde el punto de vista de planeación, establecer los propósitos concretos y alcanzables para el desarrollo de la actividad. En definitiva, es un cambio de cultura para pasar de la simple emoción a la construcción sólida y factible de un sueño inicial y un propósito de vida.
Otro tema trascendental consiste en sistematizar los procesos; claramente no se requieren, al principio, unos programas elaborados y costosos, pero sí método y consistencia y, de esta manera, llevar un orden efectivo y así facilitar la interacción con los distintos grupos de interés y mejorar notablemente la eficiencia y la productividad.
Un asunto que marca un derrotero exitoso es conocer el negocio y sus ecosistemas; hay que identificar dónde está la diferencia de mi producto o servicio frente a otros competidores. No se trata de inventar ruedas todo el día, aunque siempre la innovación es necesaria y deseable; pero sí hacer que lo que se ofrece sea percibido favorablemente y poder tener la escalabilidad necesaria, sin prisa pero sin pausa, bajo los elementos esenciales de la sostenibilidad enunciada al principio.
No cabe duda de que hay que tener unas finanzas organizadas y sólidas. No pasa exclusivamente por la pasión con que se desarrollan las actividades. Pasa por el cerebro también, con el conocimiento y la ciencia adecuadas. Hay que recordar que una empresa que no tenga recursos, flujo de caja y capacidad de endeudamiento e inversión, no importando el tamaño, tiende a desaparecer. Para que ese esfuerzo no se pierda, hay que recordar que la dimensión económica es esencial, al igual que la social y la ambiental, y que tiene que estar en el ADN de la organización.
Finalmente, en este catálogo de recomendaciones, trabajar en las labores de mercadeo permite tener una marca que facilita la distinción y favorece la reputación de la empresa, obviamente teniendo la coherencia adecuada con una buena experiencia con los clientes y, por supuesto, con la calidad del producto o servicio ofrecido.
Finalmente, también conectar con otros y liderar procesos participando activamente en redes y agremiaciones, y por supuesto —si las circunstancias así lo ameritan— hacer las sinergias correspondientes, dan la consistencia necesaria para consolidar la empresa.
En resumen, la invitación es pasar rápidamente del emprendedor al empresario. Ahí está el éxito. ¡Manos a la obra!
Mauricio López
Director Ejecutivo, Pacto Global Red Colombia
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